SALVADOR ALVARADO Y LA REVOLUCIÓN EN YUCATÁN
Mendoza Medina, Ramón, La influencia de Salvador Alvarado en la Constitución de 1917. 20 cms de largo por 13.5 de ancho. Mérida, Yucaámn. 33pp Folleto. Este ensayo fue leído en el Salón de actos de la Casa del Pueblo de Mérida. por su autor, el 16 de marzo de 1965. Es parte de una serie de conferencias para conmemorar los 50 años de la entrada del General Alvarado al poder, como Gabernador y Comandane Militar del Estado nombrado así por el Jefe del Ejército Constitucionalista, Venustiano Carranza.
Y se publica en 5 de febrero, en el cincuentenario de la Constitución de 1917.
El autor señala que Alvarado ha sido ignorado y casi olvidado en Yucatán. Un immerecido silencio con el deso para opacar su obra, que fue extraordinaria tanto social como política. Fue reformador de Yucatán. Implantó un orden humanista y Mendoza recuerda que el gran revolucionario dijo en Motul:
"A mí no me importa que se enoje la alta sociedad por los actos que he llevado a cabo ni que los reaccionarios digan que estoy loco. Encadenados por los prejuicios no podrán entender a dónde van los hombres honrados y de ideales."
Sus enemigos argumedistas lo calumniaron y difamaron llamándolo inhumano y cruel hasta lo inconcebible. Todo mientras huían entre las sombras de la noche, cobardemente, lllevándose el oro de los bancos y tesorerías.
Muchos se fueron a la Habana.
Ese odio aún lo mantienen. Decía: La vida no se restaura como productos industriales sino que se renueva o perece.
Se refier a un gran monumento que estaba en el Paseo Montejo y que ya no se encuentra ahí. Se refier el autor al hecho que saneó la economía yucateca al reorganizar la Comisión Reguladora del Mercado de Henequén.
Por último, el autor se refiere a Mi Sueño la obra literaria del general en que ve a Yucatán convertido en un emporio con floreciente agriculrura, formidables inudstrias, FERROCARRILES QUE COMUNICABAN TODA LA REGIÓN DEL SURESTE DE LA REPÚBLICA, desde Santa Lucrecia en el Pacífico hasta Puerto Morelos en el Caribe, con refinerías de petróleo, puertos abrigados, turismo interminable.
No menciona el autor estos otros grandes logros:
Promulgó leyes de gran contenido social que fueron precursoras de la Constitución de 1917, entre las más importantes fueron las denominadas "Cinco hermanas": La ley Agraria, la de Hacienda, del Trabajo, del Catastro y la Ley Orgánica de los municipios del Estado.
Estableció la Casa del Obrero Mundial para servir de apoyo a los trabajadores yucatecos.
Impulsó y financió el Primer Congreso Feminista de Yucatán. Hizo lo mismo con el Primer Congreso Educativo de Yucatán, que presidió Rodolfo Menéndez de la Peña
Fundó, entre otras, las escuelas de Agricultura, de Artes y de oficios, de Bellas Artes y la de Libre Derecho Estatal.
Expidió una importante ley de repartición de tierras y de protección a los Obreros.
Declaró a Yucatán el primer estado seco de la República, buscando acabar el alcoholismo entre los indígenas.
Dictó una ley para que los estudiantes se iniciaran en las prácticas democráticas al elegir a sus dirigentes.
Combatió la prostitución y a sus principales explotadores.
LOS VOCEROS DEL ALVARADISMO EN YUCATÁN
El 27 de abril de 1915 inició el proceso de reclutamiento de propagandistas revolucionarios, personajes a quienes el gobierno dejó la misión oficial de llevar las buenas nuevas revolucionarias a todo ciudadano yucateco. No obstante, la existencia de un cuerpo propagandista ex profeso, se esperaba que todo funcionario público fuera vivo ejemplo del cambio; Sánchez Novelo nos lo explica en los siguientes términos:
Durante toda su gestión, Alvarado se esforzó sistemáticamente porque todos los servidores públicos, independientemente de su jerarquía o especialización, se comportaran en forma intachable, pues creía que la congruencia entre el decir y el hacer podría convencer más fácilmente a los que dudaban de las bondades de la Revolución Constitucionalista.
En este sentido, todos ellos debían evidenciar, en la forma más clara posible, que eran diferentes a los burócratas de la dictadura, caracterizados por su incompetencia, corrupción y maltrato al ciudadano. pero lo más trascendente de su obra es el amor a la cultura, al libro y a las bibliotecas:
ALVARADO Y LA EDUCACIÓN
El general Alvarado, espíritu superior y hombre que concebía la democracia no en un crucero lleno de las más espesas tinieblas, sino en encrespadas tormentas, creyó encontrar en este medio una forma excelente. "En la capital de la república, en la Escuela Nacional de Maestros se implantó (funcionaba aún en 1925); pero mi cercanía a esta institución no me permite mirar en este ensayo sino una buena y generosa intención. Algunos jóvenes "jugaban" a la presidencia y no entendieron el papel de la "república escolar", ni su alta misión para derivar el gobierno propio del individuo y el acrecentamiento de los valores morales y cívicos que dan a una comunidad su solidez y permiten la concurrencia de voluntades para el fin superior del Estado.
En Yucatán se celebraron dos Congresos Feministas y se introdujeron las reformas legales. Deben abrirse las puertas de la escuela a la mujer y hacer que la instrucción (educación) sea obligatoria. También para la mujer deben erigirse las escuelas vocacionales y de economía doméstica. Que se le den las armas para su digna liberación.
Cuando leo los renglones de Ramón Mendoza en que sostiene que la instrucción pública fue una de las grandes preocupaciones del general Alvarado, simplemente pienso que hace justicia al hombre que revolucionó la vida política en aquella entidad.No era posible resolver el problema sin conocerlo y, añadimos, no sin tener la preparación y visión necesarias. Apoyaba la conquista de la cultura en la "selección del personal escolar que siempre fue obra de compadrazgos, recomendaciones o influencias...", lo que también fue verdad en el régimen de Porfiro Díaz.
EN UNA ENTREVISTA, tras la crítica que hizo respecto de las grandes construcciones, a las que se daba preferencia, se expresó así: "Por lo que a mí toca y ya en mis soledades de olvidado e ignorado obrero, ya en los recios combates de la vida o de la política armada, siempre he dejado trecho amable y risueño para dar rienda suelta a mis proyectos sobre educación pública, y, por hoy que se presen-ta la oportunidad, quiero desarrollarlos tan ampliamente como fuera posible..." Y cumplió su palabra, porque tenía empeño y amor por la cultura. Estudia sociológicamente otras agencias educativas: bibliotecas surtidas de libros nuevos y joyas bibliográficas para investigadores de la historia, en que se expklayaran en las ideas y llenos de ciencia. "Recuerdo que un día, entré en la ciudad de Tuxtla Gutiérrez, del Estado de Chiapas, y escandalicé a los oyentes porque dije que si yo pudiera, le pegaría fuego a aquella fuente de veneno, donde los concurrentes iban a adquirir las más absurdas y rutinarias ideas." Quería el general Alvarado bibliotecas vivas, y algunas circulantes. De la Prensa tiene buen concepto por ser "palanca poderosa" en la difusión de las ideas. Contribuye al bienestar colectivo. Nuestra prensa refleja la vida que vivimos. Debe ejercitar una crítica constructiva. Es indispensable que se instituya cuanto antes una ESCUELA PARA PERIODISTAS. La prensa independiente y honrada hace bien al pueblo. El teatro y el cinematógrafo son otras tantas agencias educativas descuidadas en nuestro medio. La verdad de entonces, sigue siendo aún verdad de estos tiempos. No pocas, agencias de corrupción, como él decía. Y aquí el revolucionario no hablaba sino con la verdad que mide los acontecimientos cotidianos y que está pensando que la niñez y la mocedad deben construir la pirámide social de México. Hoy día en México parece que se ha confundido lo inmoral con lo artístico, y asistimos al espectáculo de la taberna, de las casas de mala ley, como si se tratara de las cosas más inocentes, o como sí el pudridero no tuviera lodo o no perturbara la conciencia. Tiene para la mujer la mejor opinión:
Este cuerpo oficial de propagandistas actuó bajo las directrices que el ejecutivo del Estado le marcó, tan es así que a finales de 1915 se publicó una Cartilla revolucionaria para los agentes de propaganda, que fue un llamado a todo servidor público para hacer llegar a todo el pueblo el mensaje de la Revolución en palabras y actos.
En la primera plana del Diario Oficial del jueves 29 de abril de 1915 se insertó un pequeño aviso titulado “Para que todos los ciudadanos hasta los más humildes, aprecien los ideales de la Revolución Constitucionalista”, que a la letra decía:
El C. Gobernador y Comandante Militar del Estado, Gral. Don Salvador Alvarado, acaba de nombrar a varios ciudadanos, propagandistas de los ideales de la Revolución Constitucionalista en los diversos Partidos del Estado, habiéndoles dispuesto se sujeten a las instrucciones que inmediatamente se transcriben. Los referidos agentes de propaganda partirán mañana mismo al inicio de su labor, y llevan consigo suficiente número de impresos (circulares, decretos, etc., etc.) para la mejor efectividad del propósito que se persigue (“Para que todos los ciudadanos…” 1915, 1067).
Los reclutados fueron: Santiago Pacheco Cruz,3 Francisco Javier Balam, Martiniano Concha, Gerardo Espadas M., Filemón Gómez E., Arturo Guzmán, Aurelio Briceño, José I. Tec, Abelardo de la Guerra, Luis A. Sánchez E., Agapito Ortiz S., Tomás C. Ayuso, Dionisio Pereyra, Andrés A. Cardós, Leandro Pérez, Tomás Alpuche S., y Gordiano Ortiz. Después se agregaron como propagandistas obreros Carlos Loveira,4Hermila Galindo,Carmen Arjona de Solís, Carmen Ortiz viuda de Graniel, Alberto Polanco y Salvador Márquez, como propagandistas agrarios actuaron Felipe Carrillo Puerto,Rafael Gamboa,Felipe Salazar y Felipe Valencia López.
Este conjunto de hombres y mujeres fungieron desde la oficialidad como los emisarios de la Revolución; su acción estuvo guiada por las instrucciones publicadas en el Diario Oficial (Alvarado, 1915b, 1067): procurar pláticas con los grupos de obreros de los pueblos y peones de las fincas del campo, visitar primero la cabecera del partido correspondiente y cada pueblo, hacienda, ranchería o paraje que lo componga, explicar en cada lugar de manera perfecta las tendencias y beneficios de la Revolución y tomar registro minucioso de cada lugar visitado.
Thomas Benjamin señala que para que la Revolución pudiera tener un discurso memorístico constante, echó mano de los voceros que, como los propagandistas de Alvarado, eran parte de las filas burocráticas del sistema revolucionario, pero a diferencia de la mayoría de los propagandistas oficiales de Yucatán eran un selecto grupo de intelectuales. Para Benjamin fueron estos voceros los encargados de inventar y construir la historia revolucionaria con base en discursos, manifiestos y toda clase de escritos de clara intención política. La temprana narración revolucionaria fungía como catalizador de un nuevo sentimiento patrio, de la homogenización del recuerdo y la creación de un camino a una nueva historia dictada y escrita por los revolucionarios mexicanos.
Siguiendo la propuesta de Benjamin podemos tener la certeza de que en Yucatán existió un grupo de intelectuales cercanos al alvaradismo que no fueron necesariamente comisionados a labores de propaganda, pero que a través de la literatura fueron también voz de la Revolución. Fueron, junto a los discursos del propio gobernador y de los propagandistas, los encargados de dar nueva forma a la historia de Yucatán anterior a 1915 y construir el discurso memorístico e histórico posterior a esa fecha, solo que a diferencia de lo que señala Benjamin, que circunscribe la labor de los voceros al periodo 1910-1928, aquí se considera que su labor se desarrolla en un periodo que abarca buena parte del siglo xx, es decir, es un discurso de largo aliento y tiempo.
LOS VOCEROS DEL ALVARADISMO EN YUCATÁN
El 27 de abril de 1915 inició el proceso de reclutamiento de propagandistas revolucionarios, personajes a quienes el gobierno dejó la misión oficial de llevar las buenas nuevas revolucionarias a todo ciudadano yucateco. No obstante, la existencia de un cuerpo propagandista ex profeso se esperaba que todo funcionario público fuera vivo ejemplo del cambio; Sánchez Novelo nos lo explica en los siguientes términos:
Durante toda su gestión, Alvarado se esforzó sistemáticamente porque todos los servidores públicos, independientemente de su jerarquía o especialización, se comportaran en forma intachable, pues creía que la congruencia entre el decir y el hacer podría convencer más fácilmente a los que dudaban de las bondades de la Revolución Constitucionalista. En este sentido, todos ellos debían evidenciar, en la forma más clara posible, que eran diferentes a los burócratas de la dictadura, caracterizados por su incompetencia, corrupción y maltrato al ciudadano.
Este cuerpo oficial de propagandistas actuó bajo las directrices que el ejecutivo del Estado le marcó, tan es así que a finales de 1915 se publicó una Cartilla revolucionaria para los agentes de propaganda, que fue un llamado a todo servidor público para hacer llegar a todo el pueblo el mensaje de la Revolución en palabras y actos.
En la primera plana del Diario Oficial del jueves 29 de abril de 1915 se insertó un pequeño aviso titulado “Para que todos los ciudadanos hasta los más humildes, aprecien los ideales de la Revolución Constitucionalista”, que a la letra decía:
El C. Gobernador y Comandante Militar del Estado, Gral. Don Salvador Alvarado, acaba de nombrar a varios ciudadanos, propagandistas de los ideales de la Revolución Constitucionalista en los diversos Partidos del Estado, habiéndoles dispuesto se sujeten a las instrucciones que inmediatamente se transcriben. Los referidos agentes de propaganda partirán mañana mismo al inicio de su labor, y llevan consigo suficiente número de impresos (circulares, decretos, etc., etc.) para la mejor efectividad del propósito que se persigue (“Para que todos los ciudadanos…” 1915, 1067).
Los reclutados fueron: Santiago Pacheco Cruz,3 Francisco Javier Balam, Martiniano Concha, Gerardo Espadas M., Filemón Gómez E., Arturo Guzmán, Aurelio Briceño, José I. Tec, Abelardo de la Guerra, Luis A. Sánchez E., Agapito Ortiz S., Tomás C. Ayuso, Dionisio Pereyra, Andrés A. Cardós, Leandro Pérez, Tomás Alpuche S., y Gordiano Ortiz. Después se agregaron como propagandistas obreros Carlos Loveira,4 Hermila Galindo,5 Carmen Arjona de Solís, Carmen Ortiz viuda de Graniel, Alberto Polanco y Salvador Márquez, como propagandistas agrarios actuaron Felipe Carrillo Puerto,6 Rafael Gamboa,7 Felipe Salazar y Felipe Valencia López.
Este conjunto de hombres y mujeres fungieron desde la oficialidad como los emisarios de la Revolución; su acción estuvo guiada por las instrucciones publicadas en el Diario Oficial: procurar pláticas con los grupos de obreros de los pueblos y peones de las fincas del campo, visitar primero la cabecera del partido correspondiente y cada pueblo, hacienda, ranchería o paraje que lo componga, explicar en cada lugar de manera perfecta las tendencias y beneficios de la Revolución y tomar registro minucioso de cada lugar visitado.
Thomas Benjamin señala que para que la Revolución pudiera tener un discurso memorístico constante, echó mano de los voceros que, como los propagandistas de Alvarado, eran parte de las filas burocráticas del sistema revolucionario, pero a diferencia de la mayoría de los propagandistas oficiales de Yucatán eran un selecto grupo de intelectuales. Para Benjamin fueron estos voceros los encargados de inventar y construir la historia revolucionaria con base en discursos, manifiestos y toda clase de escritos de clara intención política (2000; 2003, 59).9 La temprana narración revolucionaria fungía como catalizador de un nuevo sentimiento patrio, de la homogenización del recuerdo y la creación de un camino a una nueva historia dictada y escrita por los revolucionarios mexicanos.
Siguiendo la propuesta de Benjamin podemos tener la certeza de que en Yucatán existió un grupo de intelectuales cercanos al alvaradismo que no fueron necesariamente comisionados a labores de propaganda, pero que a través de la literatura fueron también voz de la Revolución. Fueron, junto a los discursos del propio gobernador y de los propagandistas, los encargados de dar nueva forma a la historia de Yucatán anterior a 1915 y construir el discurso memorístico e histórico posterior a esa fecha, solo que a diferencia de lo que señala Benjamin, que circunscribe la labor de los voceros al periodo 1910-1928, aquí se considera que su labor se desarrolla en un periodo que abarca buena parte del siglo xx, es decir, es un discurso de largo aliento y tiempo.
Y se publica en 5 de febrero, en el cincuentenario de la Constitución de 1917.
El autor señala que Alvarado ha sido ignorado y casi olvidado en Yucatán. Un immerecido silencio con el deso para opacar su obra, que fue extraordinaria tanto social como política. Fue reformador de Yucatán. Implantó un orden humanista y Mendoza recuerda que el gran revolucionario dijo en Motul:
"A mí no me importa que se enoje la alta sociedad por los actos que he llevado a cabo ni que los reaccionarios digan que estoy loco. Encadenados por los prejuicios no podrán entender a dónde van los hombres honrados y de ideales."
Sus enemigos argumedistas lo calumniaron y difamaron llamándolo inhumano y cruel hasta lo inconcebible. Todo mientras huían entre las sombras de la noche, cobardemente, lllevándose el oro de los bancos y tesorerías.
Muchos se fueron a la Habana.
Ese odio aún lo mantienen. Decía: La vida no se restaura como productos industriales sino que se renueva o perece.
Se refier a un gran monumento que estaba en el Paseo Montejo y que ya no se encuentra ahí. Se refier el autor al hecho que saneó la economía yucateca al reorganizar la Comisión Reguladora del Mercado de Henequén.
Por último, el autor se refiere a Mi Sueño la obra literaria del general en que ve a Yucatán convertido en un emporio con floreciente agriculrura, formidables inudstrias, FERROCARRILES QUE COMUNICABAN TODA LA REGIÓN DEL SURESTE DE LA REPÚBLICA, desde Santa Lucrecia en el Pacífico hasta Puerto Morelos en el Caribe, con refinerías de petróleo, puertos abrigados, turismo interminable.
No menciona el autor estos otros grandes logros:
Promulgó leyes de gran contenido social que fueron precursoras de la Constitución de 1917, entre las más importantes fueron las denominadas "Cinco hermanas": La ley Agraria, la de Hacienda, del Trabajo, del Catastro y la Ley Orgánica de los municipios del Estado.
Estableció la Casa del Obrero Mundial para servir de apoyo a los trabajadores yucatecos.
Impulsó y financió el Primer Congreso Feminista de Yucatán. Hizo lo mismo con el Primer Congreso Educativo de Yucatán, que presidió Rodolfo Menéndez de la Peña
Fundó, entre otras, las escuelas de Agricultura, de Artes y de oficios, de Bellas Artes y la de Libre Derecho Estatal.
Expidió una importante ley de repartición de tierras y de protección a los Obreros.
Declaró a Yucatán el primer estado seco de la República, buscando acabar el alcoholismo entre los indígenas.
Dictó una ley para que los estudiantes se iniciaran en las prácticas democráticas al elegir a sus dirigentes.
Combatió la prostitución y a sus principales explotadores.
LOS VOCEROS DEL ALVARADISMO EN YUCATÁN
El 27 de abril de 1915 inició el proceso de reclutamiento de propagandistas revolucionarios, personajes a quienes el gobierno dejó la misión oficial de llevar las buenas nuevas revolucionarias a todo ciudadano yucateco. No obstante, la existencia de un cuerpo propagandista ex profeso, se esperaba que todo funcionario público fuera vivo ejemplo del cambio; Sánchez Novelo nos lo explica en los siguientes términos:
Durante toda su gestión, Alvarado se esforzó sistemáticamente porque todos los servidores públicos, independientemente de su jerarquía o especialización, se comportaran en forma intachable, pues creía que la congruencia entre el decir y el hacer podría convencer más fácilmente a los que dudaban de las bondades de la Revolución Constitucionalista.
En este sentido, todos ellos debían evidenciar, en la forma más clara posible, que eran diferentes a los burócratas de la dictadura, caracterizados por su incompetencia, corrupción y maltrato al ciudadano. pero lo más trascendente de su obra es el amor a la cultura, al libro y a las bibliotecas:
ALVARADO Y LA EDUCACIÓN
El general Alvarado, espíritu superior y hombre que concebía la democracia no en un crucero lleno de las más espesas tinieblas, sino en encrespadas tormentas, creyó encontrar en este medio una forma excelente. "En la capital de la república, en la Escuela Nacional de Maestros se implantó (funcionaba aún en 1925); pero mi cercanía a esta institución no me permite mirar en este ensayo sino una buena y generosa intención. Algunos jóvenes "jugaban" a la presidencia y no entendieron el papel de la "república escolar", ni su alta misión para derivar el gobierno propio del individuo y el acrecentamiento de los valores morales y cívicos que dan a una comunidad su solidez y permiten la concurrencia de voluntades para el fin superior del Estado.
En Yucatán se celebraron dos Congresos Feministas y se introdujeron las reformas legales. Deben abrirse las puertas de la escuela a la mujer y hacer que la instrucción (educación) sea obligatoria. También para la mujer deben erigirse las escuelas vocacionales y de economía doméstica. Que se le den las armas para su digna liberación.
Cuando leo los renglones de Ramón Mendoza en que sostiene que la instrucción pública fue una de las grandes preocupaciones del general Alvarado, simplemente pienso que hace justicia al hombre que revolucionó la vida política en aquella entidad.No era posible resolver el problema sin conocerlo y, añadimos, no sin tener la preparación y visión necesarias. Apoyaba la conquista de la cultura en la "selección del personal escolar que siempre fue obra de compadrazgos, recomendaciones o influencias...", lo que también fue verdad en el régimen de Porfiro Díaz.
EN UNA ENTREVISTA, tras la crítica que hizo respecto de las grandes construcciones, a las que se daba preferencia, se expresó así: "Por lo que a mí toca y ya en mis soledades de olvidado e ignorado obrero, ya en los recios combates de la vida o de la política armada, siempre he dejado trecho amable y risueño para dar rienda suelta a mis proyectos sobre educación pública, y, por hoy que se presen-ta la oportunidad, quiero desarrollarlos tan ampliamente como fuera posible..." Y cumplió su palabra, porque tenía empeño y amor por la cultura. Estudia sociológicamente otras agencias educativas: bibliotecas surtidas de libros nuevos y joyas bibliográficas para investigadores de la historia, en que se expklayaran en las ideas y llenos de ciencia. "Recuerdo que un día, entré en la ciudad de Tuxtla Gutiérrez, del Estado de Chiapas, y escandalicé a los oyentes porque dije que si yo pudiera, le pegaría fuego a aquella fuente de veneno, donde los concurrentes iban a adquirir las más absurdas y rutinarias ideas." Quería el general Alvarado bibliotecas vivas, y algunas circulantes. De la Prensa tiene buen concepto por ser "palanca poderosa" en la difusión de las ideas. Contribuye al bienestar colectivo. Nuestra prensa refleja la vida que vivimos. Debe ejercitar una crítica constructiva. Es indispensable que se instituya cuanto antes una ESCUELA PARA PERIODISTAS. La prensa independiente y honrada hace bien al pueblo. El teatro y el cinematógrafo son otras tantas agencias educativas descuidadas en nuestro medio. La verdad de entonces, sigue siendo aún verdad de estos tiempos. No pocas, agencias de corrupción, como él decía. Y aquí el revolucionario no hablaba sino con la verdad que mide los acontecimientos cotidianos y que está pensando que la niñez y la mocedad deben construir la pirámide social de México. Hoy día en México parece que se ha confundido lo inmoral con lo artístico, y asistimos al espectáculo de la taberna, de las casas de mala ley, como si se tratara de las cosas más inocentes, o como sí el pudridero no tuviera lodo o no perturbara la conciencia. Tiene para la mujer la mejor opinión:
Este cuerpo oficial de propagandistas actuó bajo las directrices que el ejecutivo del Estado le marcó, tan es así que a finales de 1915 se publicó una Cartilla revolucionaria para los agentes de propaganda, que fue un llamado a todo servidor público para hacer llegar a todo el pueblo el mensaje de la Revolución en palabras y actos.
En la primera plana del Diario Oficial del jueves 29 de abril de 1915 se insertó un pequeño aviso titulado “Para que todos los ciudadanos hasta los más humildes, aprecien los ideales de la Revolución Constitucionalista”, que a la letra decía:
El C. Gobernador y Comandante Militar del Estado, Gral. Don Salvador Alvarado, acaba de nombrar a varios ciudadanos, propagandistas de los ideales de la Revolución Constitucionalista en los diversos Partidos del Estado, habiéndoles dispuesto se sujeten a las instrucciones que inmediatamente se transcriben. Los referidos agentes de propaganda partirán mañana mismo al inicio de su labor, y llevan consigo suficiente número de impresos (circulares, decretos, etc., etc.) para la mejor efectividad del propósito que se persigue (“Para que todos los ciudadanos…” 1915, 1067).
Los reclutados fueron: Santiago Pacheco Cruz,3 Francisco Javier Balam, Martiniano Concha, Gerardo Espadas M., Filemón Gómez E., Arturo Guzmán, Aurelio Briceño, José I. Tec, Abelardo de la Guerra, Luis A. Sánchez E., Agapito Ortiz S., Tomás C. Ayuso, Dionisio Pereyra, Andrés A. Cardós, Leandro Pérez, Tomás Alpuche S., y Gordiano Ortiz. Después se agregaron como propagandistas obreros Carlos Loveira,4Hermila Galindo,Carmen Arjona de Solís, Carmen Ortiz viuda de Graniel, Alberto Polanco y Salvador Márquez, como propagandistas agrarios actuaron Felipe Carrillo Puerto,Rafael Gamboa,Felipe Salazar y Felipe Valencia López.
Este conjunto de hombres y mujeres fungieron desde la oficialidad como los emisarios de la Revolución; su acción estuvo guiada por las instrucciones publicadas en el Diario Oficial (Alvarado, 1915b, 1067): procurar pláticas con los grupos de obreros de los pueblos y peones de las fincas del campo, visitar primero la cabecera del partido correspondiente y cada pueblo, hacienda, ranchería o paraje que lo componga, explicar en cada lugar de manera perfecta las tendencias y beneficios de la Revolución y tomar registro minucioso de cada lugar visitado.
Thomas Benjamin señala que para que la Revolución pudiera tener un discurso memorístico constante, echó mano de los voceros que, como los propagandistas de Alvarado, eran parte de las filas burocráticas del sistema revolucionario, pero a diferencia de la mayoría de los propagandistas oficiales de Yucatán eran un selecto grupo de intelectuales. Para Benjamin fueron estos voceros los encargados de inventar y construir la historia revolucionaria con base en discursos, manifiestos y toda clase de escritos de clara intención política. La temprana narración revolucionaria fungía como catalizador de un nuevo sentimiento patrio, de la homogenización del recuerdo y la creación de un camino a una nueva historia dictada y escrita por los revolucionarios mexicanos.
Siguiendo la propuesta de Benjamin podemos tener la certeza de que en Yucatán existió un grupo de intelectuales cercanos al alvaradismo que no fueron necesariamente comisionados a labores de propaganda, pero que a través de la literatura fueron también voz de la Revolución. Fueron, junto a los discursos del propio gobernador y de los propagandistas, los encargados de dar nueva forma a la historia de Yucatán anterior a 1915 y construir el discurso memorístico e histórico posterior a esa fecha, solo que a diferencia de lo que señala Benjamin, que circunscribe la labor de los voceros al periodo 1910-1928, aquí se considera que su labor se desarrolla en un periodo que abarca buena parte del siglo xx, es decir, es un discurso de largo aliento y tiempo.
LOS VOCEROS DEL ALVARADISMO EN YUCATÁN
El 27 de abril de 1915 inició el proceso de reclutamiento de propagandistas revolucionarios, personajes a quienes el gobierno dejó la misión oficial de llevar las buenas nuevas revolucionarias a todo ciudadano yucateco. No obstante, la existencia de un cuerpo propagandista ex profeso se esperaba que todo funcionario público fuera vivo ejemplo del cambio; Sánchez Novelo nos lo explica en los siguientes términos:
Durante toda su gestión, Alvarado se esforzó sistemáticamente porque todos los servidores públicos, independientemente de su jerarquía o especialización, se comportaran en forma intachable, pues creía que la congruencia entre el decir y el hacer podría convencer más fácilmente a los que dudaban de las bondades de la Revolución Constitucionalista. En este sentido, todos ellos debían evidenciar, en la forma más clara posible, que eran diferentes a los burócratas de la dictadura, caracterizados por su incompetencia, corrupción y maltrato al ciudadano.
Este cuerpo oficial de propagandistas actuó bajo las directrices que el ejecutivo del Estado le marcó, tan es así que a finales de 1915 se publicó una Cartilla revolucionaria para los agentes de propaganda, que fue un llamado a todo servidor público para hacer llegar a todo el pueblo el mensaje de la Revolución en palabras y actos.
En la primera plana del Diario Oficial del jueves 29 de abril de 1915 se insertó un pequeño aviso titulado “Para que todos los ciudadanos hasta los más humildes, aprecien los ideales de la Revolución Constitucionalista”, que a la letra decía:
El C. Gobernador y Comandante Militar del Estado, Gral. Don Salvador Alvarado, acaba de nombrar a varios ciudadanos, propagandistas de los ideales de la Revolución Constitucionalista en los diversos Partidos del Estado, habiéndoles dispuesto se sujeten a las instrucciones que inmediatamente se transcriben. Los referidos agentes de propaganda partirán mañana mismo al inicio de su labor, y llevan consigo suficiente número de impresos (circulares, decretos, etc., etc.) para la mejor efectividad del propósito que se persigue (“Para que todos los ciudadanos…” 1915, 1067).
Los reclutados fueron: Santiago Pacheco Cruz,3 Francisco Javier Balam, Martiniano Concha, Gerardo Espadas M., Filemón Gómez E., Arturo Guzmán, Aurelio Briceño, José I. Tec, Abelardo de la Guerra, Luis A. Sánchez E., Agapito Ortiz S., Tomás C. Ayuso, Dionisio Pereyra, Andrés A. Cardós, Leandro Pérez, Tomás Alpuche S., y Gordiano Ortiz. Después se agregaron como propagandistas obreros Carlos Loveira,4 Hermila Galindo,5 Carmen Arjona de Solís, Carmen Ortiz viuda de Graniel, Alberto Polanco y Salvador Márquez, como propagandistas agrarios actuaron Felipe Carrillo Puerto,6 Rafael Gamboa,7 Felipe Salazar y Felipe Valencia López.
Este conjunto de hombres y mujeres fungieron desde la oficialidad como los emisarios de la Revolución; su acción estuvo guiada por las instrucciones publicadas en el Diario Oficial: procurar pláticas con los grupos de obreros de los pueblos y peones de las fincas del campo, visitar primero la cabecera del partido correspondiente y cada pueblo, hacienda, ranchería o paraje que lo componga, explicar en cada lugar de manera perfecta las tendencias y beneficios de la Revolución y tomar registro minucioso de cada lugar visitado.
Thomas Benjamin señala que para que la Revolución pudiera tener un discurso memorístico constante, echó mano de los voceros que, como los propagandistas de Alvarado, eran parte de las filas burocráticas del sistema revolucionario, pero a diferencia de la mayoría de los propagandistas oficiales de Yucatán eran un selecto grupo de intelectuales. Para Benjamin fueron estos voceros los encargados de inventar y construir la historia revolucionaria con base en discursos, manifiestos y toda clase de escritos de clara intención política (2000; 2003, 59).9 La temprana narración revolucionaria fungía como catalizador de un nuevo sentimiento patrio, de la homogenización del recuerdo y la creación de un camino a una nueva historia dictada y escrita por los revolucionarios mexicanos.
Siguiendo la propuesta de Benjamin podemos tener la certeza de que en Yucatán existió un grupo de intelectuales cercanos al alvaradismo que no fueron necesariamente comisionados a labores de propaganda, pero que a través de la literatura fueron también voz de la Revolución. Fueron, junto a los discursos del propio gobernador y de los propagandistas, los encargados de dar nueva forma a la historia de Yucatán anterior a 1915 y construir el discurso memorístico e histórico posterior a esa fecha, solo que a diferencia de lo que señala Benjamin, que circunscribe la labor de los voceros al periodo 1910-1928, aquí se considera que su labor se desarrolla en un periodo que abarca buena parte del siglo xx, es decir, es un discurso de largo aliento y tiempo.
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